El 18 de agosto de 2002, al inaugurar el Santuario de la “Divina Misericordia, en Polonia, Juan Pablo II decía emocionado: “En este santuario encomiendo hoy solemnemente el mundo a la Misericordia Divina, y lo hago con el deseo ardiente de que el mensaje del amor misericordioso de Dios, proclamado desde aquí, por Santa Faustina, llegue a todos los habitantes de la tierra y llene los corazones de esperanza.
¡Cuánta necesidad de la misericordia de Dios tiene el mundo de hoy! Donde dominan el odio y la sed de venganza, donde la guerra lleva al dolor y la muerte de los inocentes, es necesaria la gracia de la misericordia para aplacar las mentes y los corazones, y hacer que surja la paz”.
p.b.
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