Desde pequeño su mamá le enseñó a tener mucha confianza en su otra madre del cielo: la Virgen María. A ella se confió siempre en todas sus necesidades y dificultades. Desde el día de su primera comunión empezó a cultivar su vocación al sacerdocio. Necesitaba continuar sus estudios para poder alcanzarla y, como en su familia necesitaban que trabajara, de día trabajaba con su padre en la construcción y de noche iba a estudiar con un sacerdote de su pueblo.
A los 15 años se fue de su pueblo a la ciudad para poder continuar sus estudios y, luego de dos años, se ganó una beca para poder entrar, por fin, al seminario.
Luego de su ordenación sacerdotal, el 24 de septiembre de 1853, fue enviado a la parroquia de una ciudad llamada Borgotaro donde también fue profesor de lenguaje y filosofía.
Se trasladó a Parma en 1860, por motivos de salud. Ahí fue vice director y profesor del liceo comunal hasta 1863, cuando fue despedido por no aceptar algunas disposiciones políticas que, en el fondo, eran contrarias a la Iglesia. Se dedicó entonces a dar clases privadas, a la predicación, confesión y dirección espiritual. Veía en la ciudad mucha pobreza y no sabía bien cómo poder darle una solución.
Conoció a una joven que tenía sus mismas inquietudes, Ana Micheli, y con ella fundó la Congregación de las
Pequeñas Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, para poder dar amor, educación y la luz del evangelio a tantos niños que vagaban por las calles y para aliviar el dolor de todos los enfermos más pobres que yacían abandonados en sus casas.
Pequeñas Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, para poder dar amor, educación y la luz del evangelio a tantos niños que vagaban por las calles y para aliviar el dolor de todos los enfermos más pobres que yacían abandonados en sus casas.
Fue un gran predicador: recorría muchos pueblos y ciudades esforzándose para que el mensaje de Jesús llegara al mayor número de personas. Incluso fundó un diario para poder difundir con mayor eficacia el mensaje y la verdad del evangelio.
Murió en Parma, el 7 de septiembre de 1891, a los 61 años. Actualmente está en causa su proceso de beatificación. Fue declarado “Venerable” por Juan Pablo II, el 21 de diciembre de 1992.
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