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lunes, 17 de octubre de 2011

PRESIDENTE OLLANTA HUMALA:
¡PARE LA CORRUPCIONEN LA REGIÓN LIMA!
Escribe: Néstor Roque Solís (*)

En medio de los festejos por el Día del Periodista que se ha celebrado por estos días, comprobamos que aún quedan sabandijas del poder con ganas de cercenar la libertad de expresión, que es el principio básico de la democracia: el intercambio de las ideas de sus ciudadanos e instituciones.

Sin medios de comunicación estaríamos condenados a vivir en la oscuridad y la mordaza, no en la sociedad de la información y el conocimiento. El periodismo fue concebido desde sus orígenes como canal de la libertad de expresión contra los abusos del poder político y económico.

Me pregunto: ¿Qué sociedad tendríamos si desaparecieran los medios de comunicación? Los corruptos y dueños del poder harían de la administración pública su negocio redondo. Ahora mismo, contando con medios que fiscalizan a los gobernantes, salta la pus por todos lados en instituciones públicas como la región Lima.

Los medios de comunicación han sido durante largos decenios un recurso de los ciudadanos contra el abuso del poder. En efecto, los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial pueden confundirse y cometer errores y faltas que debemos denunciar. Mucho más frecuentemente por supuesto, cuando sucede en los gobiernos autoritarios y populistas, donde el poder político es promotor de todas las violaciones y todas las censuras laborales, políticas y de libertad de expresión.

Actualmente en pleno Siglo XXI, en la región Lima los trabajadores y funcionarios están prohibidos de pensar diferente al dictador Javier Alvarado, y si eres huachano o huachana eres despedido o tratado como terruco. Tienes que recolectar miles de firmas para el partido político del dictador si quieres conservar la chamba en la región Lima. Peor delito, si has trabajado con el ex presidente regional Nelson Chui te maltratan y te humillan. Existe una persecución política, ideológica y laboral en la región Lima, que es propio de nefastos dictadores que en democracia no debemos permitir.

Señor Presidente Ollanta Humala tome cartas en el asunto en la región Lima, porque de los fiscales, congresistas y consejeros de la región que tienen función fiscalizadora no esperamos nada, es como pedirle peras al olmo. No es posible que se esté cobrando en la región cupos a los trabajadores, como vulgares delincuentes y saqueando los recursos del gobierno regional para hacer campaña política por el partido Triunfa Perú de Javier Alvarado, al propio estilo de mafias o rufianes con historiales de fechorías en los gobiernos locales de Lunahuaná y Cañete.
Durante largo tiempo se habló que el periodismo es el “cuarto poder” del Estado. Ese “cuarto poder” tenía vigencia, en definitiva, gracias al sentido cívico de los medios de comunicación y al coraje de los periodistas, al servicio de los ciudadanos para criticar y rechazar decisiones injustas de corrupción y de gobernabilidad. Era, como se ha dicho a menudo de los medios: “la voz de los sin voz”.

Con la victoria de Ollanta Humala que ha puesto en su agenda prioritaria liquidar la corrupción, las empresas mediáticas se ven tentados de conformar grupos para reunir a los medios de comunicación (prensa, radio, televisión) para hacerle frente al cambio y la transformación del país. La cuestión que se plantea ahora es la siguiente: ¿Cómo reaccionar? ¿Cómo defenderse? ¿Cómo resistir a la ofensiva de este nuevo poder factico que, de alguna manera, ha traicionado a los ciudadanos y se pasó al enemigo por intereses particulares?

En la nueva guerra por el poder, los medios de comunicación son utilizados como arma de combate. La información, debido a su explosión, multiplicación y sobreabundancia, se encuentra contaminada, envenenada por todo tipo de mentiras, rumores, deformaciones, distorsiones y manipulaciones que vemos por estos días en los medios regionales y nacionales.

La libertad de los medios de comunicación es extensión de la libertad de expresión, fundamento de la democracia. Como tal, no puede ser confiscada por un grupo de atorrantesvendidos al poder regional y nacional. Implica una responsabilidad social y, en consecuencia, su ejercicio debe estar bajo el control ético de sus gremios y de la sociedad. No soy un teórico de los medios, sino un comunicador activo, un pequeño escritor que se dedica desde hace más de treinta años a analizar, sistematizar información y denunciar la corrupción.

Antes, el periodismo era una misión y un compromiso social, no una carrera. Hoy son incontables los jóvenes audaces que practican el periodismo sin estar completamente identificados con la sociedad. Para algunos es una especie de pasatiempo que pueden abandonar en cualquier momento para dedicarse a otra cosa después. Muchos periodistas podrían trabajar hoy en una empresa de radio o TV, y mañana en cualquier otra actividad. El periodista de hoy es un profesional “todo terreno”, está apto para cumplir con cualquier otra oportunidad que le brinde el mercado.

El descubrimiento del valor mercantil de la información desencadenó la afluencia de los grandes capitales hacia los medios. Esos románticos soñadores en busca de la verdad que antes dirigían los medios, han sido reemplazados por hombres de negocios en la región y en el país.

Hoy los locales de la radio y televisión son suntuosos palacios de mármol y espejos. Seductoras recepcionistas guían al visitante a través de largos corredores alfombrados. El poder está en manos de los propietarios de los grandes grupos mediáticos acariciados por gobernantes sin escrúpulos. Un publirreportaje para salvar la imagen del Presidente Regional Javier Alvarado tiene buen precio. Un congresista o consejero devaluado recorre los medios como salvavidas para sus aspiraciones políticas. 

Desde que se la considera una mercancía, la información ha dejado de estar sometida a los tradicionales criterios de veracidad y precisión. Cualquier nota sin confirmar se lanza al conocimiento de la opinión pública. Se empapan con sangre las páginas de los diarios. Queda poco espacio para las notas del desarrollo humano y la competitividad del territorio local.

Ser periodista en la región todavía es difícil, porque las autoridades de turno, no aceptan la crítica y la fiscalización. Lo que quieren es pleitesía, sobonería y primeras planas para permanecer en el poder. Uno de los derechos más preciados del periodista es comunicar libremente sus ideas, el día que se pierde ese principio, simplemente deja de ser un escritor con libertad, camino por el cual no quiero transitar en mis años de vida como profesional. 
Huacho, 16/10/11
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(*) Representante de la Asociación de Periodistas del Perú en la Mesa por la Transparencia y Lucha Anticorrupción-ODECMA en el Distrito Judicial Huaura-Huacho.

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